¿Quién no se toma un café con leche antes de arriesgarse a afrontar el día? Ya, todos aquellos que han empezado escuchar a los que proclaman lo mala que resulta la leche para la salud. Sin embargo, deberíais recordar cómo vuestra madre, o vuestra abuela, os insistían de pequeños para que os terminarais vuestro vaso de leche “para ponerte GRAAANDE”.
Pues recordad que nuestros mayores son muy sabios: la leche de vaca es un alimento esencial en todas las etapas de la vida.
El consumo regular de leche (ajena a la especie, claro. Quiero decir no materna) se remonta al momento en que los antepasados dejaron de ser nómadas y comenzaron a cultivar la tierra para alimentar a los animales capturados que mantenían junto al hogar. Este cambio se produjo en el Neolítico aproximadamente 6.000 años a.C.
En aquellos tiempos, la leche se guardaba en pieles, tripas o vejigas animales que, en ocasiones, no estaban bien lavadas o se dejaban expuestas al sol, por lo que el producto coagulaba. De este modo surgió el que probablemente fuera el primer derivado lácteo, al que ya se hacían alusiones enla Biblia: la leche cuajada, fíjate tú.
La leche constituye el mejor aporte de calcio, proteínas y otros nutrientes necesarios para la formación de huesos y dientes.
Durante la infancia y adolescencia se aconseja tomar la leche entera, ya que conserva la energía y las vitaminas A y D ligadas a la grasa. En la edad adulta también es importante mantener un consumo adecuado, con el fin de favorecer la conservación de la masa ósea, contribuyendo así a prevenir la desmineralización de los huesos, causa frecuente de osteoporosis y fracturas. Este efecto cobra aún más importancia en las mujeres durante las etapas de adolescencia, embarazo, lactancia y menopausia.
La grasa de la leche resulta fácil de digerir, ya que se encuentra en forma de pequeños glóbulos rodeados de una fina capa protectora. La leche contiene además triptófano, un aminoácido (componente de las proteínas) que estimula la producción de serotonina, un neurotransmisor que produce en el organismo efectos calmantes e inductores del sueño. Por este motivo, se recomienda el consumo de leche antes de acostarse para ayudar a combatir el insomnio y los estados de ansiedad. Si se toma azucarada, el efecto es aún mayor, ya que el azúcar favorece también la liberación de serotonina.
Quizá la campaña contra el consumo de leche se deba a sus contraindicaciones en algunas situaciones concretas, como en el caso de quienes sufren intolerancia a la lactosa, galactosemia y alergia a la leche.
Si no es tu caso, ya lo sabes: no te cortes con la leche…
y tú ¿Tomas leche?