De lo dicho, nada. Con este clima traidor nunca se sabe, así que parece que va a seguir el buen tiempo, con lo malo que conlleva: que si las alergias, que si la contaminación, que si los pantanos… Por si no vuelve el frío antes de la irrupción definitiva de la primavera, te cuento un secreto sobre el sol:
Ya comenté uno de los jueves pasados que la vitamina D, además de ayudar a prevenir resfriados, es más que una vitamina: también funciona como una hormona. Ahora sabemos que es mucho más que una hormona. Es un regulador genético.
Un nuevo estudio muestra que la vitamina D se une directamente al ADN.[1]
¿Y qué puede hacer por ti la vitamina D cuando está unida a tu ADN? Un artículo de la revista Journal of Immunology demuestra que activa un gen que detiene la inflamación.
¿Y esto cómo se relaciona con el sol? Fácil: la exposición al sol es la fuente principal de vitamina D del cuerpo.
En mi opinión, este estudio pone un clavo más en el ataúd de los consejos modernos acerca de evitar el sol como si fueras un vampiro. La recomendación de cubrirse y permanecer lejos del alcance de la luz del sol es uno de los peores consejos que pueden darte. (Por supuesto, sobre todos si tienes piel de porcelana, no olvides el protector solar, eso sí).
Asimismo, este descubrimiento convierte la vitamina D en uno de los más importantes nutrientes que conocemos, ya que entre las diez principales causas de muerte en el mundo (según la OMS), la inflamación crónica contribuye a, por lo menos, siete de ellas: cardiopatías, afección cerebro-vascular (derrame cerebral), cáncer, enfermedad crónica de las vías respiratorias inferiores, enfermedad de Alzheimer y diabetes.[2]
El truco está en que necesitas suficiente vitamina D para activar el proceso antiinflamatorio. Y aquí es donde los consejitos modernos de evitar el sol te están fallando.
Las actuales directrices nacionales indican que debemos tener un nivel mínimo en sangre de 20 ng/mL. Eso significa obtener sólo 600 UI al día
Y mira lo que sucede cuando los niveles en sangre son tan bajos, según varios estudios:
- Se ha descrito un aumento significativo de casos de cáncer de colon en personas con bajos niveles de vitamina D.[3]
- Más de la mitad de las personas con fracturas relacionadas con osteoporosis presentaba bajos niveles de vitamina D.[4]
- El 63% de las personas con enfermedad de Crohn presentaba bajos niveles de vitamina D a pesar de que el 40% de ellos estaba tomando un suplemento.[5]
- Un increíble 96% de las personas que tuvieron ataques al corazón presentaba deficiencia de vitamina D.[6]
El problema es que casi todo el mundo tiene deficiencia de vitamina D. No estoy exagerando. Un estudio examinó a 1.600 personas y encontró que el 89% tenía niveles bajos de vitamina D.[7] Pero este no es el único estudio al respecto. De hecho, si buscas estudios con el título «low vitamin D” (bajos en vitamina D) en la base de datos de PubMed, encontrarás ¡casi 9.000! (PubMed es un motor de búsqueda de libre acceso a la base de datos MEDLINE de citaciones y resúmenes de artículos de investigación biomédica, ofrecido porla Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos. MEDLINE tiene alrededor de 4.800 revistas publicadas en Estados Unidos y en más de 70 países de todo el mundo desde 1966 hasta la actualidad)
Así que la próxima vez que te prescriban un análisis, pide a tu médico que añada la comprobación de los niveles de vitamina D. Es una prueba sencilla y económica que proporciona información valiosa.
Si tus niveles son bajos, ya sabes: la mejor fuente de vitamina D es el sol. Y tenemos la suerte de disfrutar de él prácticamente todo el año (vivimos en una sequía constante, ¿no?).
Recargar es tan fácil como salir a la calle y exponerte a la luz del sol todos los días. Con 10 minutos de sol de mediodía se producen 10.000 unidades de vitamina D, que hacen que inmediatamente te sientas mejor, ¿o sólo me pasa a mí?
Comer pescado un par de veces a la semana también te proporcionará gran cantidad de vitamina D. Es posible que prefieras los más pequeños, pescado de agua fría como sardinas en lata, para evitar el mercurio con el que nos amenazan en algunos de los pescados más grandes.
Pero supongo que a algunas personas no les gusta el pescado. En ese caso, trata de complementar tu dieta con un poco de aceite de hígado de bacalao. No te preocupes, que no es ya como aquel contra el que cantaban los niños de Mary Poppins. La versión actual tiene buen sabor, y sólo una cucharada aporta más de 1.300 UI.
Y ahora que se acerca a pasos agigantados la SemanaSanta, ya sabes, “Coge tu sombrero y póntelo, vamos a la playa, calienta el sol. Chibi-ri-birí…”
[1] Zhang Y, et. al. «Vitamin D Inhibits Monocyte/Macrophage Proinflammatory Cytokine Production by Targeting MAPK Phosphatase-1.» Journal of Imm, March 1, 2012; vol. 188 no. 5 2127-2135.
[2] “Chronic Inflammation.” Life Extension Protocols. www.lef.org. Retrieved March 5, 2012
[3] Jenab M, et. al. «Association between pre-diagnostic circulating vitamin D concentration and risk of colorectal cancer in European populations…» BMJ. 2010 Jan 21;340:b5500.
[4] Bogoch E, Elliot-Gibson V, Wang R, Josse R.»Secondary Causes of Osteoporosis in Fracture Patients.» J Orthop Trauma. 2012 Feb 25
[5] Nic Suibhne T, Cox G, Healy M, O’Morain C, O’Sullivan M. «Vitamin D deficiency in Crohn’s disease: Prevalence, risk factors and supplement use in an outpatient setting.» J Crohns Colitis. 2012 Mar;6(2):182-8.
[6] Lee J, Gadi R, Spertus J, Tang F, O’Keefe J. «Prevalence of vitamin D deficiency in patients with acute myocardial infarction.» Am J Cardiol. 2011 Jun 1;107(11):1636-8.
[7] Schilling S. «Epidemic vitamin d deficiency among patients in an elderly care rehabilitation facility..» Dtsch Arztebl Int. 2012 Jan;109(3):33-8.